Los anuncios de compresas para la incontinencia urinaria (IU) cada vez están más presentes en nuestros días. Las protagonistas de este tipo de publicidad ya no son mujeres maduritas, no! ahora son chicas de menos de cincuenta (y cuarenta) años. El número de mujeres que padecen de IU va en aumento y su edad media ha disminuido notablemente, no es raro que una mujer de 30 años tenga este tipo de episodios que hasta ahora era casi exclusivo para la edad anciana. Pero tranquila, porque según las marcas de estos productos higiénicos, tener pérdidas de orina en el siglo XXI no debería preocuparte mucho, usando sus compresas no hay motivo para que tu vida se vea afectada, puedes seguir saliendo a bailar tranquila que nadie va a notar la humedad ni el olor de tu orina…

¿Estamos locos o qué? El consumo y la facilidad de NO responsabilizarnos por nuestro bienestar nos está llevando por el camino de la amargura! Normal, que si vas a tu médico de familia y te propone usar compresas para tus ligeras pérdidas de orina, sin más esfuerzo que acudir a la farmacia con tu receta, qué le respondes? Pues que genial, ahí vas tú a comprar tus compresas diarias sin pensar en qué otra cosa podrías hacer para tratar (y no paliar) ese mal que es la IU y que tarde o temprano afectará a tu calidad de vida.

¿Piensas que son pocas las personas que usan compresas para sus pérdidas de orina? Pues atenta a estos datos:

El uso de absorbentes en personas con IU cuesta cerca de dos millones de euros a nuestro país cada año!! Es decir, el consumo de absorbentes genera en nuestro país un gasto de cerca del 4% del importe total de la prestación farmacéutica del Sistema Nacional de Salud. Son datos del Informe análisis de los presupuestos sanitarios por CCAA del 2018.
La incontinencia urinaria afecta a millones de personas, principalmente a la mujer, y algunos estudios estiman que en nuestro país la incontinencia afecta a más de dos millones de personas, de los cuales el 75% son mujeres.

Más datos, en los últimos estudios se anuncia una prevalencia de incontinencia urinaria del 16% para las mujeres menores de 30 años y del 29% para las mujeres de 30 a 60 años. Ya no se trata de un problema de tercera edad… Los investigadores encontraron que la IU de esfuerzo es más común (78%) que la incontinencia urinaria de urgencia. En los mismos estudios, entre el 29% y el 36% de las mujeres informaron una combinación de esfuerzo e incontinencia de urgencia, o “incontinencia mixta”.

Por otro lado existe un déficit en el diagnóstico precoz ya que muchas mujeres creen que perder algunas gotas de orina es algo normal, es decir, confundir lo habitual con lo normal puede llevarnos a ignorar un problema que no sólo no se soluciona con el tiempo, sino que empeora afectando de forma negativa a la calidad de vida de la persona que lo padece. En definitiva, muchas, en vez de consultar a un profesional de salud, ocultan su trastorno, sobre todo en las primeras etapas, cuando las pérdidas son muy pequeñas y hay más posibilidades de rehabilitación. Innumerables estudios indican que la primera linea de tratamiento debería ser la fisioterapia. Y en el caso de necesidad de uso de fármacos y/o cirugía, también es conveniente hacer un trabajo en equipo con el fisioterapeuta para un mayor éxito del tratamiento.

Pero sin llegar a estados tan avanzados, la prevención es el punto clave y necesario. Sabemos que mediante los tratamientos de fisioterapia, no sólo reducimos los síntomas sino que evitamos que empeore el cuadro clínico.

De aquí sacamos dos conclusiones lógicas:

Uno, debemos hacer hincapié en la prevención para la IU. Evitar sus factores de riesgo como es el tabaco, la obesidad o la actividad física de alto impacto, trabajar la musculatura del suelo pélvico principalmente en situaciones de riesgo como es el embarazo o la menospausia, etc. Como diría mi abuela, matamos al perro y acabamos con la rabia. Aquí el objetivo es conservar la función de continencia con un buen cuidado del suelo pélvico y dando atención a los hábitos correctos en general.

Dos, consultar al fisioterapeuta desde la primera sensación de pérdida de orina, así conseguiremos reducir en mayor medida los síntomas y muchas veces eliminar el problema, una vez se descubre la causa.

Como conclusión, y volviendo a los gastos, desde mi honesta opinión, creo que la fisioterapia nos saldría mucho más barata, seguro! El gasto público dedicado al tratamiento (paliativo) de la IU es exagerado si lo comparamos con el gasto que podría ser el de los tratamientos de fisioterapia, que además de reducir los síntomas y dejar de necesitar el uso de estos productos de higiene íntima, conseguiremos, principalmente en estados iniciales, que desaparezca totalmente el problema, a corto y a largo plazo.